martes, 28 de junio de 2016

SENDERO DEL ARROYO BOCALEONES



Visitar el Parque Natural de la Sierra de Grazalema y adentrarnos en sus innumerables parajes, es un privilegio para los que vivimos en la provincia de Cádiz. En esta ocasión nos dirigimos hacia un pueblo precioso, Zahara de la Sierra y desde allí nos dirigimos a uno de los lugares más bellos y desconocidos que la naturaleza nos regala: el Sendero del Arroyo  Bocaleones.

 Para llegar al lugar tenemos que dejar el cuartel de la Guardia Civil a la derecha y a pocos metros existe un carril muy empinado a la izquierda. Desde allí hasta la bajada al río debemos transitar con cuidado pues el asfalto se acaba y circularemos por un camino de tierra rojiza que a veces se levanta y dificulta la visibilidad.


Es recomendable utilizar un calzado adecuado que sujete bien el pie, puesto que las rocas resbalan (algo que pude comprobar personalmente, me caí). Yo llevé escarpines y no lo aconsejo.

 
Comenzaremos a caminar por el lecho del río bajo un toldo verde de vegetación arbórea, casi selvática. El agua está muy fría pero nada comparado con las dos bañeras naturales que nos encontraremos metros más arriba.


El paseo es precioso, son dos kilómetros de sendero que no nos deja indiferente por la belleza y la diversidad.



Como antes refería el agua es fría y cristalina, mientras te llega a la rodilla todo se soporta, a medida que nos adentramos, el agua va subiendo hasta llegar a zonas que nos cubre y debemos nadar. 

El río llega a una zona en la que va encajonado entre dos precipicios verticales que imponen más por belleza que por la inmensidad de los mismos. Aquí encontraremos dos pozas, la primera la pasaremos bien, nadando en algunas zonas; en  la segunda  hay que coger aire antes de adentrarse porque el frío hace que ni sientas las piernas. 
 
Un poco más arriba el agua se acaba y hay un tramo pedregoso  y seco que lleva hasta la Garganta Verde en el que a partir de aquí se necesitan cuerdas y ser experto en barranquismo, ese no es nuestro caso. Nos damos la vuelta y volvemos sobre nuestros pasos ahora ya con el cuerpo adaptado a las bajas temperaturas del agua. 
La vuelta es mucho más rápida ya que conocemos los lugares por donde hemos pasado y también ayuda las sugerencias de otros senderistas.

Una vez terminado la ruta te quedas con la sensación de haber estado en uno de los lugares más hermosos de la tierra. Mereció la pena llegar hasta aquí.
Eso sí calados totalmente, pero contentos.




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